El día que le iban a amputar la pierna, Jenny se despertó al medio día para darle encuentro a su esposo en la oficina de él. Había soñado que corría por la ciudad, abandonada y en llamas, y por un instante no quiso despertar jamás, pero al despertarse se sintió impotente y triste. ¨Siempre soñaba que corría¨, me dijo, Juan, su esposo, tres años después de amputarle la pierna en su oficina de la clínica Ricardo Palma.
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